martes, 27 de marzo de 2012

¿PORQUÉ DOS?




¿PORQUÉ DOS?

Hay veces,
que estando consciente,
cierras los ojos y abres las manos
como pensando que vas a encontrar otras manos.
Manos que te van a ayudar,
que te van a salvar de caer,
que te van a acariciar,
que te van a ... yo qué sé.
Pero no.
Estando consciente, sabes que no.
Y sin embargo,
soñando,
si.
Se pueden sentir las caricias,
el calor,
la rugosidad y las líneas,
siii, esas líneas que,
dicen,
que son de la vida,
de la inteligencia,
del trabajo,
del amor ...
esas manos que si te las miras
ves que son tus amigas,
los ojos con los que te puedes guiar en la oscuridad,
las obreras que escriben
defensoras y comunicadoras de los que no pueden hablar
ésas que sienten la verdadera amistad,
la textura de las cosas,
suaves, tersas,
llenas de callos o de ampollas,
amarillas, blancas, negras o rosas,
humanas al fin y al cabo,
parecidas a las raíces de un árbol
juguetonas cuando te cosquillean los sobacos.
Tiernas y cariñosas.
A veces,
en la pubertad,
tan exploradoras de nuestros propios cuerpos que ... jajaja
me recuerdo de eso de que iría de cabeza al infierno
y es que es tan difícil poderlas parar.
Pero si,
así son,
a veces no tienen perdón de Dios
más cuando están delante de otras,
recorriéndote de arriba a abajo, y tu tiritando,
sonríes musitando:
Señor, ¿porqué dos?
Quiero cien, mil, un millón.
Y aprenderme de memoria
cada punto y cada coma,
y cada poro de su piel.
AAAAUUUMMMMFFFMMMMUUAAAKKKKKKK.


COMUNERO
(*¡¡¡Pero qué majete eres tío!!!)



viernes, 2 de marzo de 2012

VERSOS SIN REMITE





VERSOS SIN REMITE

No hay lamento que se precie
a sentir melancolías
cuando la vida se tuerce,
la muerte se vuelve vida.


Caricias fueron las tuyas,
que vinieron a ayudarme,
caricias que sin pedirlas,
hirvieron mi corazón en sangre.


Esas caricias eran
las mismas que hoy me matan,
las que a la soledad acercan,
las que mi cuerpo clama.


Y quiero tenerte ahora,
compartir esto que siento,
besar otra vez tu boca
cerrar los ojos, oler tu aroma,
gritar al viento...


Y es que a veces uno
no sabe lo que uno tiene,
hasta que uno lo pierde
y ese uno pasa a ser cero.


Yo fui el que se fue,
no tu, tu te quedaste.
Mis recuerdos se vinieron,
y tu, poco a poco, te evaporaste.


Como el vapor del café
entre estas manos frioleras,
llenas de arrugas y callos,
llenas de todo, menos de tu presencia.


Demasiado tarde ya,
demasiado tarde, si.
El sol dejó de brillar,
la luna dejó de lucir.


Un tren saldrá de mañana,
una carta sin remitir,
versos de enamorado,
versos que si no se leyeran,
dejarían de existir.


COMUNERO